Reorganización cortical

La corteza o córtex cerebral es el tejido nervioso que recubre el cerebro, formada por materia gris, constituida por 10.000 neuronas con trillones de sinapsis, es decir conexiones entre neuronas. La corteza es la parte consciente de lo que ocurre en nuestro cuerpo, es donde percibimos, pensamos y tomamos decisiones gracias a todos los procesos que han ocurrido por debajo de esta capa.

El lóbulo temporal, contiene neuronas que captan cualidades sonoras y se relacionan con otras que se encargan del lenguaje, la memoria y el aprendizaje. El lóbulo frontal está organizado en función de las partes del cuerpo y se encarga de controlar los músculos.

El lóbulo parietal está compuesto por neuronas relacionadas con el tacto y organizada también por partes del cuerpo.

El lóbulo occipital procesa la información que llega a la retina y aporta imágenes a nuestro pensamiento.

El olfato alcanza la zona del temporal y frontal, es 10.000 veces más sensible que cualquier otro sentido y la respuesta es inmediata, es decir, viaja directamente a la parte más alta de nuestro cerebro, en cambio los otros sentidos navegan a través de redes de neuronas y complejos mecanismos antes de llegar a la corteza.

En la zona central de la base del cerebro se encuentra el tálamo que interviene en la regulación de los sentidos, cómo un policía controlando el tráfico para dar prioridad o no a las señales que quieren acceder a nuestra corteza, a nuestra parte consciente. Forma parte de nuestro sistema límbico o nuestro sistema emocional, que interviene en las respuestas fisiológicas, nuestros instintos, nuestra memoria involuntaria, en las emociones, en la atención, la personalidad y la conducta.

 

Aprovechamiento de zonas poco estimuladas

EL Sistema nervioso tiene la capacidad de cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de la vida. Cada vez que adquirimos nuevos conocimientos se generan nuevos caminos entre neuronas que con la práctica de ese aprendizaje se marcarán más profundamente. A esto le llamamos plasticidad cerebral y aunque antes se pensaba que sólo se producía en la infancia, está comprobado que las rutas de nuestro cerebro cambian también a lo largo de la vida.

Cuando la información que llega a un área cerebral correspondiente a un sentido, no es capaz de estimular correctamente la corteza, es decir la señal que llega es débil o inexistente, las neuronas cambiarán sus conexiones para establecer lazos con los sentidos o con el sentido que supla mejor la función que falta, provocando a su vez cambios en las funciones que están por debajo del córtex. Y esto que a priori puede parecer bueno (es por ello que un ciego al no utilizar el área occipital para la vista, es ocupada por el tacto y son capaces de leer en braille) cuando el sentido que se deteriora es el oído, lo que ocurre en el cerebro es una verdadera catástrofe.

El lenguaje y el pensamiento que se creó gracias a la audición empezará a degenerarse, los procesos complejos que tanto nos costó crear,  caerán como un efecto dominó en el que poco a poco una ficha golpeará a la otra hasta afectar también a los procesos básicos que cómo habíamos dicho eran memoria, a atención y percepción.

Si vivimos lo suficiente para que todas fichas caigan, nos encontraremos con personas dependientes, incapaces de tomar decisiones, recordar hechos recientes, expresarse correctamente. A esto le llamamos deterioro cognitivo, que en el peor de sus grados, cuando todas las fichas han caído se convierte en una demencia.

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