Nuestro cerebro una vez adquirido el “pensamiento” necesita que todas las conexiones estén siempre activadas, necesita que lo que ya tenemos guardado se siga refrescando, es decir, que siga pasando una y otra vez la misma información, ya que es el pegamento que hace que los pensamientos y la memoria se mantengan, pero para que nuestro cerebro no pierda su lozanía, no pierda su masa, es necesario seguir incorporando información nueva y seguir adquiriendo aprendizajes, que nos supongan nuevos retos, lo que generará otras rutas en el cerebro y así aunque los años pasen y envejezcamos, nuestro cerebro tendrá nuevos caminos para llegar a esas zonas importantes que hace que sigamos siendo personas independientes, y diferentes. Estás nuevas rutas nos permiten evolucionar como personas y ampliar nuestros conocimientos para poder crecer en la vida. Una proteína se encarga de que nuestro cerebro no pierda su densidad y esta proteína se crea cuando aprendemos o superamos situaciones que nos supongan un esfuerzo.
Por eso hacer sudokus no sería suficiente para mantener nuestro cerebro activo, ya que una vez aprendido vuelve a ser una rutina. Lo que se aconseja es aprender idiomas, música o cualquier actividad o pasatiempo que nos saquen de nuestra zona de confort mental.
¿Qué pasa cuando empezamos a tener pérdida auditiva?
Cuando somos niños constantemente estamos adquiriendo nuevos aprendizajes y nuestros sentidos están en plenas facultades, haciendo que nuestro cerebro esté perfectamente estimulado.
Durante el proceso de envejecimiento continúa el desarrollo del lenguaje, ya que todas las nuevas experiencias dan lugar a nuevos conceptos, nuevos pensamientos y nuevas etiquetas que pasan a la memoria, pero nos encontramos con dos problemas, el primero es que nuestros sentidos nos van fallando y el segundo es que solemos hacer siempre las mismas tareas, el mismo trabajo, las mismas aficiones, o nos jubilamos y nuestra vida se vuelve sedentaria. Nos falta información y nos faltan nuevos retos.
Como hemos dicho, la audición es la principal entrada de acceso a las áreas del cerebro que conforman nuestro pensamiento. Cuando empezamos a perder audición, aunque sea de manera leve, provocará que “el pegamento” de fijación de toda esa información que hemos adquirido durante toda la vida se vaya perdiendo y por consiguiente empiece a vaciarse la memoria. A su vez, todas las áreas que trabajaban al unísono para poder procesar, entender, pensar, decidir y dar una respuesta tendrán un corte de estimulación y empezarán a funcionar mal, al igual que una máquina sin engrasar.
Y no sólo eso, sino que la rutas que se generaron por nuestras experiencias y que hacía que tuviésemos nuestra propia personalidad se empezarán a reorganizar y empezaremos a perder nuestra esencia, a dejar de ser quienes éramos. Por eso es necesario mantener nuestros sentidos y seguir aprendiendo y disfrutando como si fuésemos niños.