Es decir, el proceso de audición central es la capacidad del sistema auditivo central para procesar las señales sonoras que recibe.
El cerebro identifica los sonidos analizando sus peculiaridades físicas distintivas, frecuencia, intensidad y aspectos temporales, o lo que es lo mismo tono, volumen y duración. Una vez que el cerebro ha terminado su análisis, construye una imagen de la señal recibida y la compara con imágenes anteriores, si encuentra otra igual, entonces entendemos lo que se dice o reconocemos sonidos.
¿Qué pasa cuando hay una hipoacusia? ¿Cómo actúa mi cerebro?
Cuando hay una pérdida audición, aunque sea leve, en el cerebro empiezan a ocurrir cambios, si no corregimos la pérdida tempranamente.
Si tenemos una hipoacusia simplemente leve, nuestro cerebro empieza a vaciar parte del registro de sonidos suaves, que tanto tiempo tardó en aprender, como el sonido del papel, el ruido del ventilador, etc. A los 6 meses ya se ha borrado parte de esa información. El lenguaje al tener una carga emocional mayor tardará un poco más en empezar a deteriorarse, pero al año, ya se observan cambios en este sentido.
Los sonidos fricativos, /s//f//sh/ son los primeros que habitualmente empiezan a sufrir modificaciones, ya que sus formantes vibran en frecuencias altas, y la degeneración natural del oído empezará por las células correspondiente a esas frecuencias.
Lo que va a hacer nuestro cerebro con estos sonidos de la voz, es omitirlos si se encuentra al final de la palabra, como los plurales o sustituirlo por otro fonema de rasgos distintivos parecidos, si se encuentra al principio o en medio de la palabra. Esto provoca, que constantemente tenga que hacer un esfuerzo, para encontrar el sonido adecuado. Es como si tuviésemos que buscar cada segundo la pieza siguiente de un puzzle de mil piezas.
A medida que la pérdida progresa, esto pasará con otros sonidos del habla.
¿Por qué hace esto mi cerebro?
Antes creíamos que si las aéreas auditivas no estaban correctamente estimuladas se atrofiaban, ahora sabemos que nuestro cerebro hace un proceso mucho más complejo. Se reorganiza. Vacía información auditiva, para darle esa parte a otra función que estemos utilizando más, normalmente la vista.
Un estudio revela que los pacientes con pérdidas de audición de más de un año de evolución se convierten en “super lectores”.
¿Qué pasa si no me adapto audífonos?
Teniendo en cuenta que, a los 6 meses desde el momento de aparición de la pérdida, ya empiezan a haber cambios en nuestro cerebro, la adaptación de audífonos debería ser inmediata.
Si tardamos un año en adaptar audífonos los sonidos cotidianos de entrada suave sonaran distorsionados de primeras al igual que algunos sonidos de la voz.
Si tardamos dos años, los sonidos cotidianos, no tendrán significado y el paciente oirá sólo ruido al principio, los sonidos de la voz que incorporamos de nuevas, serán difícil de procesar y la sensación subjetiva de la voz propia habrá cambiado.
A medida que añadimos 1 año más de espera, es un año más que el cerebro habrá dado esa área a otra función.
Nos vamos a encontrar pacientes que aun con audífonos, no van a entender correctamente, pacientes que en presencia de ruido no son capaces de procesar la información verbal, pacientes que no son capaces de retener más de 3 elementos si el acceso de entrada es por vía auditiva…
Para que el cerebro llegue a funcionar bien con audífonos, los integre como parte natural y consiga el 100% del rendimiento, pasan 6 meses de media. Esto no quiere decir que el paciente recupere todas las funciones perdidas, sino que aquellas que aún funcionan, se activarán en su totalidad a partir de los 6 meses.
En muchos casos vamos a tener que intervenir mediante un entrenamiento en la recuperación parcial de funciones auditivas centrales.